20.2.14

'Olivier o el Secreto', revisitado (V)

Shoshana Felman escribe que Armance está organizada en torno a un "cierre". "Tenemos una "llave" del secreto, una carta que Stendhal escribió a Merimée, en la cual revelaba la impotencia secreta de Octave, pero consideraba parte integral del texto que el secreto no sea revelado (170). La ausencia es esencial, en vez de que lo esencial esté ausente (170). Gaillard escribe que nunca sabemos el secreto porque su falta sólo puede ser expresada por la falta de alusión a ella (124). Se nos deja la presencia de las cartas, pero con una ausencia de revelación. Sin embargo, la mayoría de los lectores encuentran frustrante ese estado de cosas, porque, desde luego, no se puede adivinar fácilmente el secreto, por más astuto que sea el lector. Y una vez que se nos dice que el secreto es la impotencia masculina, ¿cómo excluimos esa tentadora solución de nuestras mentes? Oscilamos entre la negativa y el reconocimiento en una relación fetichista con el texto; conocemos el secreto, ¿pero debemos creerlo? Cuál sería nuestra lectura del libro sin ese conocimiento exterior? ¿Podría ser diferente el secreto y podemos leer los textos sin responder a la cuestión? La respuesta es obvia si uno lee el soberbio comentario que ha aparecido en Armance a lo largo de los años; pocos han considerado la misma posibilidad para Olivier. Algunos han argumentado que el secreto no es revelado porque la impotencia era un tema demasiado embarazoso en aquel tiempo. Merece la pena apuntar que Sand, en el mismo periodo, describió la impotencia femenina en Ulia. No es sorprendente que mencionar la frigidez fuera menos embarazoso, dadas las actitudes predominantes respecto a la sexualidad femenina, mientras la alusión a la impotencia se consideraba indelicada. Otros críticos, como Barberis, han negado que la tesis de la impotencia sea plausible. Bellemin-Noel y Felman se han centrado más en la enfermedad mental, mientras el anterior privilegia obvios indicios de que Octave puede ser homosexual (75)
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En ambas novelas, los autores evitan lo que Waller describe como "el guión cómico de la cultura para un hombre impotente, que lo haría objeto de risión o un personaje de farsa" (132). Sin embargo, en una significativa diferencia de género, Duras facilita el humor constante mediante el uso del doble sentido, en tanto que el texto de Stendhal evita tal burla de una condición masculina tan delicada. Los ejemplos dados en Olivier son numerosos. Hay, por ejemplo, una repetición constante del verbo faltar en relación con Olivier. Louise escribe que no comprende por qué Olivier no experimenta la felicidad. "Yo sé que se puede poseer sin disfrutarlo". Olivier se lamenta, "hay deseperaciones crónicas, ... roen, devoran, matan, pero no hacen guardar cama". Quizás el más divertido es el comentario de Olivier a Adele: "más miserable que la caña, yo me pliego y no me vuelvo a alzar" (155). En contraste con Olivier, la impotencia no es  generalmente risible en Armance, con la posible excepción del aserto del narrador en el sentido de que "Octave carecía de penetración, pero no de carácter". Nosotros sólo podemos preguntarnos, si realmente podemos, a través de una referencia cultural a 'Abelardo y Eloísa' y una cita de Marlowe que  Stendhal refuerza traduciéndola más tarde al francés: "Melancolía marcada por sí misma, cuyo ambicioso corazón sobrevalora la felicidad que no puede gozar"; "una imaginación apasionada lo retrata para exagerarse los goces que no podrá disfrutar". Hay tambvién escenas reveladoras en las que Octave huye de la descripción del acto sexual. Bellemin-Noel discute la referencia a los malhadados amantes medievales argumentando directamente que castración e impotencia no son sinónimos (26). En lugar de la castración él insiste en el complejo de Edipo, que está mucho más explícito en el texto.

El comentario de Bellemin-Noel aporta uno de los puntos más interesantes de comparación entre las dos novelas, que es la elección de ambos autores al situar el secreto dentro del contexto de relaciones pisológicamente incestuosas. Stendhal implica más directamente el lazo madre-hijo, lo cual, de acuerdo con Waller, es una innovación en la literatura del mal du siecle, en la que la madre estaba significativamente ausente (199 n. 23). Duras imita más conscientemente René al insistir en la relación hermano-hermana. Stendhal también crea un lazo ligeramente incestuoso entre sus enamorados sobre la base de que son primos y que ambos llaman "mamá" a la madre de Octave. Pero Stendhal describe de una modo chocantemente directo el apego de Octave a su madre. El padre es dibujado de un modo negativo y es prácticamente inexistente, lo cual es norma en la producción novelística de Stendhal. La primera línea de la novela prefigura el escenario; "tal era el deseo constante de un padre que él respetaba y de su madre, a la que amaba con un a especie de pasión".  La residencia de los Malivert es sofocante e inmóvil, "sobrecargada", carente de luz, y su habitación tenía el techo muy bajo. Él le dice a su madre: "yo disfruto de la felicidad de estar solo contigo, mi único placer consiste en vivir aislado". Rechaza ir al teatro y prefiere quedarse en casa con su madre: "yo me quedo donde soy más feliz". Y lo explica: "¡Ay, querida mamá! la vista de todos los hombres me entristece por igual, yo no amo más que a ti en el mundo". La repentina desaparición de la madre del argumento sugiere que él está intentando reprimir su amor por ella mientras transfiere su afecto a Armance, quien es mucho más parecida a él.  La decisión del Octave adolescente de no amar nunca puede ser vista como resultante de su incapacidad para alejarse de su madre. Diamond lo interpreta como obediencia a un código feudal, una forma de 'la Ley del Padre'. (45). Octave pierde su 'amor filial' y rompe su voto una vez que se enamora de Armance.

La madre, según Bellemin-Noel, está en todas partes, esperando para absorber a Octave. Está acechando de modo más obvio a Armance. Sus iniciales, A. Z., abarcan el alfabeto, mientras la O de Octave está en el medio. Armance es como una hija para Mme de Malivert, quien la persuade para que se case con su hijo. Bellemin-Noel hace varias referencias a Armance en un contexto maternal, por ejemplo una reiterada a la gargantilla de diamante que la propia madre de Armance le había dado (82). La madre también está, naturalmente, cuando ambos se retiran a Ardilly, y más especialmente en Grecia. Allí muere él en el  "Mer Méditerranée" , acurrucado junto a las maromas el 3 de Marzo, reforzando las fechas doblemente el edípico número tres; él se ha suicidado con opio y digitalis, también denominada "doigt de Notre Dame". Armance y la madre de Octave son unidas eternamente al final de la novela al retirarse ambas al refugio femenino de un convento. El suicidio puede ser interpretado de diversas maneras: como un rechazo de su identificación con Armance/madre, como un sometimiento a la Ley del Padre al privarse a sí mismo de su madre sustituta, como un regreso a la madre simbólica en tanto que muere en la "mer"; como un asesinato de Armance mediante su propia muerte, puesto que él ha 'introyectado' en sí a la madre (Bellemin Noel, 84). Waller interpreta el suicidio de Octave como un sobreprivilegio del falo tal cual, pese al hecho de que Armance es feliz sin él (tras su matrimonio aparenta estar satisfecha sexualmente), Octave debe verlo como indispensable y se inmola por su carencia (129) . Al contrario que en Olivier, la muerte de Octave es politizada. Él va a Grecia a luchar por la libertad en un gesto épico, pero ni siquiera llega e incluso muere sin haber luchado. Diamond anota que Stendhal contrasta el sino de Octave con el de Napoleón, a quien él recuerda a su paso por Córcega. Su estatus como héroe fallido es trasladado al fracaso de la Revolución y al de su propia clase social. La impotencia sexual y social se intersustituyen y el motivo de su impotencia se convierte en ideológico  (Gaillard, 117-18).

(Continuará)

Nota bene:El hecho de que me haya 'embarcado' en la traducción de este ensayo de Lauren Pinzka no supone, en absoluto, que suscriba la totalidad de su contenido. Simplemente, me pareció interesante la confrontación que plantea entre los modos en que dos escritores tan diferentes por su origen, talante y biografía como Claire de Duras y Stendhal abordan y desarrollan la misma historia, creada por la primera, aunque inédita hasta 1971 Y es ciertamente interesante, pero, especialmente en esta cuarta entrega de la traducción en 'Desolaciones', ciertas características un tanto excesivas -y excesivamente especulativas- del texto original que ya se empezaban a apuntar con anterioridad se desbordan hasta un punto casi ridículo. No es el momento de entrar a fondo en tales cuestiones, dado que la traducción está incompleta, pero, como responsable en gran medida de la primera edición en castellano de 'Olivier o el secreto' y conocedor de la intrahistoria de la obra y de su autora, considero oportuno y necesario hacer algunas puntualizaciones una vez concluida la traducción.

Imagen: El centenario roble de Beauval, tótem recurrente de la historia relata en 'Olivier o el Secreto'. 

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