6.11.13

Camus - Sartre: La ruptura clamorosa


«No era un tipo que estuviera hecho para todo lo que ha hecho. Era un pequeño truhán de Argel, muy gracioso, que habría podido escribir, pero más bien como truhán; en lugar de eso uno tiene la impresión de que la civilización se le ha caído encima y ha hecho lo que ha hecho, es decir nada.»

Esta opinión de Sartre sobre Camus, deslizada en una carta a su amigo John Gerassi en 1972, doce años después de la muerte del autor de 'La Peste', no sólo es injusta hasta un extremo inconcebible, sino también un epítome de indecencia personal e intelectual que ni siquiera el odio más genuino podría justificar.

Nada nuevo, por otra parte. 21 años antes, en 1951, Sartre, como director de la publicación 'Les temps modernes', había 'comisariado' a su colaborador Francis Jeanson para demoler -"cortesmente", según su propia expresión- el libro más reciente de Camus: "L'homme revolté". La razón de tal medida, para Sartre y los marxistas que firmaban en la revista, era obvia. En su obra Camus ponía en cuestión muy seriamente el "socialismo autoritario", como él denominaba a la praxis política en la URSS bajo la bota de acero de Stalin, y eso era intolerable. Camus no era cualquiera, era un progresista de perfil libertario muy prestigioso y respetado ya en Francia y fuera de ella. Había que sentarle la mano.

Y se hizo, según la propia respuesta de Camus al ataque, con una deshonestidad intelectual absoluta. Ignorando los argumentos y las tesis principales del libro, el texto de Jeanson no era otra cosa que un panfleto para el consumo de leales a Moscú. Más tarde, demasiado tarde, tras la muerte de Stalin, los intelectuales de la revista explicarían que ellos también estaban contra la brutalidad del dictador, pero callaron para que nadie pudiera utilizar la crítica a éste en perjuicio de los intereses de los PCs de Francia e Italia. Pamplinas pragmáticas: el cinismo habitual .

Sartre y Camus se trataban desde 1943 y eran, hasta la referida colisión, amigos, aunque no sin reticencias. Cada cual reconocía la talla del otro y mantenían un trato cordial. Camus había ofrecido al autor de 'La Nausea' publicar en 'Combat', la revista que él dirigía. Sartre, por su parte, llegó a proponer a Camus dirigir "Huis-Clos" e interpretar el papel de Garcin, en un proyecto que no prosperó. Incluso en sus obras existían varias coincidencias de temática y enfoque. Pero la publicación de 'L'homme revolté' había convertido al amigo en un enemigo político inconciliable.

Lo cierto es que, aunque coincidentes en muchas cosas, no tenían demasiado en común. Sartre era de origen burgués, Camus, pobre como las ratas; Sartre era un producto de la elitista Ecole Normale Superieure, Camus vio frustrada su progresión universitaria por la tuberculosis; Sartre navegó en la ambigüedad durante la ocupación alemana, Camus participó en la resistencia; Sartre se consideraba escritor y filósofo; Camus, sólo artista.

El choque de titanes que se produjo seguramente era inevitable, pero no favoreció a ninguno de ellos. No se trataba de una confrontación intelectual o cultural, sino política, y además manipulada por Sartre y sus acólitos, que, para disgusto y enfado de Camus, pretendieron asociar su personalidad con la derecha francesa. El encontronazo tuvo repercusión en las portadas de la prensa generalista de la época, que acabó por desnaturalizar definitivamente la cuestión
 
El paso del tiempo ha situado a cada cual en su lugar, aunque la postmodernidad vigente haya optado por ignorar a ambos. Sartre llevó sus veleidades políticas hasta el fin de sus días, abrazando un maoismo cuyas virtudes sólo existían en su imaginación. Finalmente, poco antes de su muerte, una serie de entrevistas en 'Le nouvel observateur' nos lo muestran renegando del maoismo y despreciando parte de su propia obra para interesarse en el mesianismo judío y en la resurrección de los cuerpos.

A Camus su muerte prematura no le dio la oportunidad de contradecirse y mucho menos de caer en el ridículo. Tampoco le permitió ampliar una obra, libre y enriquecedora, basada en pilares tan poco ambiguos como la libertad y la dignidad del ser humano. Vino para quedarse entre nosotros y no erro en su diagnóstico: el totalitarismo, sea cual sea la ideología en que se ampara, atenta contra el individuo so pretexto de redimirle.


Foto: Sartre y Camus coincidieron en una visita colectiva al taller de Picasso en 1940.

1 comentario:

Anónimo dijo...

SI, ALBERT CAMUS VINO PARA QUEDARSE ENTRE NOSOTROS