19.3.11

Extensa entrevista en 'El Diario Montañés'


Por comprensibles razones de falta de espacio, en la extensa entrevista que hoy protagonizo en 'El Diario Montañés', firmada por Guillermo Balbona, han sido suprimidas algunas preguntas y respuestas no esenciales y abreviadas otras. Sólo en un caso, el  relativo a mi próximo disco, cabe lamentar las consecuencias del ajuste realizado, ya que aparezco. involuntariamente, tirando piedras sobre mi propio tejado al decir que "algunas de las canciones hace diez años podrían considerarse proféticas. Hoy, cuando las consecuencias de la globalización y de la orgía financiera han dado sus lamentables frutos, quizás suenen incluso oportunistas". Tal afirmación carece de la conveniente referencia previa a que "arrastro esa empresa (la grabación del disco) a lo largo de una década y ha estado repleta de accidentes". Las prisas, que tan bien conozco por mi experiencia personal en la profesión, son sin duda la causa. Reproduzco aquí, en su integridad, la entrevista original. .

 -El libro rezuma o desprende la idea de que vivir ya es un fracaso. ¿La literatura sirve para tener conciencia de ello?
- Espero que no sea cierto que la idea que se desprende de mis relatos sea esa. Sin ser precisamente un optimista, no creo que vivir sea un fracaso. Sí creo, sin embargo, que no hay una sola vida humana sin experiencia del fracaso, aunque quien lo experimenta no lo reconozca como tal. Renunciar es un fracaso y todos renunciamos en algún momento a algo, incluso a intentarlo.  Si evocamos los sueños, ambiciones y esperanzas de la primera juventud y los contrastamos con las evidencias de la edad madura es patente. Eso que llaman ‘madurar’ consiste de hecho en la amputación de expectativas. En cuanto a la literatura, no creo que juegue un papel especial en la toma de conciencia de esa realidad, al menos en mi caso.

-¿Cómo define estas historias y qué identidad literaria las une?
- El elemento común a todas ellas es la desolación de sus personajes, seres comunes y corrientes cuya inercia vital es rota en cada una de las historias por un incidente de apariencia insignificante que les fuerza o impulsa a manifestar lo esencial de su humanidad y a reaccionar en ocasiones más allá de lo previsible y de sus propios propósitos. Cada uno de los relatos ha exigido planteamientos estilísticos y estructurales diferentes, al servicio de la mayor eficacia narrativa posible: lograr que el lector encuentre en cada párrafo una invitación casi imperiosa a continuar la lectura.

- ¿Escribir es hoy, sobre todo, un acto de resistencia?
- Si declarar la propia existencia y reclamar la atención de los otros es resistir, supongo que sí. A estas alturas de la historia toda ocupación que no sea embrutecerse ante el televisor, convertirse en un ‘trabajólico’ o ser un comprador compulsivo podría ser considerado como un acto de resistencia. Así de barato está el concepto de resistencia, reducido a la no complicidad.

- ¿No se planteó llegar a convertir en una novela algunos de los cuentos que forman parte de este volumen?
- No, porque mi propósito era escribir relatos. Soy consciente de que uno de ellos, ‘Cuerpo y alma’, podría ser el arranque de una novela y también de que otro, el titulado ‘Un fracaso ineludible’, roza las dimensiones de la novela corta, pero considero que una novela es el arte mayor de la narrativa, una construcción más compleja y amplia que la habitual en el relato. Digamos que, en términos geométricos, un relato es una pirámide o un cubo, mientras una novela, cuando menos, es un octaedro. Dada mi forma de escribir los relatos, dejando que los hechos fluyan y concediendo autonomía a los personajes, podría ocurrir que algún día, creyendo escribir uno más, descubra de pronto que tengo entre manos una novela, pero lo dudo mucho.

- Se habla mucho de este género como si respondiera a una fórmula o como si tuviera mandamientos fijos (Quiroga...). ¿Cree que está más sujeto que otros a la idea de un formato o fórmula?
- Muy al contrario, creo que el relato puede ser libérrimo, tanto o más que cualquier otro género. Personalmente nunca he creído en cánones o en fórmulas. No dudo que los ‘santos mandamiento de Quiroga’ o de cualquier otro puedan ser de utilidad para alguien, pero sí dudo que atendiéndolos de un modo fiel y exclusivo se pueda llegar muy lejos. El siglo XX acabó con la mayoría de esas convenciones y declaró la libertad omnímoda del artista. Mal andamos si regresamos a los conceptos normativos y a las ortodoxias. Sólo hay un límite para la literatura, uno tan obvio como es la inteligibilidad.

- Su pasado como periodista, ¿lastra de alguna manera su presente de cuentista o, por el contrario, le da unas alas que no tendría de haber ejercido otra profesión?
- La escritura periodística y la literaria no tienen nada en común y no puedo planteármelas del mismo modo. Al escribir relatos tengo que renunciar a mi tendencia a conceptualizar, pero no sé si esa tendencia se la debo al periodismo o a una inclinación natural, aunque me inclino más por esta última opción. La aportación positiva de la práctica periodística viene dada más a nivel humano, en la medida que propicia un conocimiento más extenso y profundo de la realidad, que a nivel técnico, donde sólo destacaría la utilidad puntual de la capacidad de síntesis que el periodismo exige.

- Dicen que un buen relato nunca se cuece bajo el influjo de una gran emoción, sino que necesita la distancia y una buena dosis de frialdad de un autor que no se deje arrastrar... ¿ha cumplido con la teoría o se ha dejado llevar?
- Carezco de toda inclinación a dejarme llevar y desde que tengo memoria me recuerdo practicando espontáneamente el distanciamiento crítico. Por esta vez me alegra coincidir con las recomendaciones de los teóricos de la cosa.

- Al final, ¿todo es un ejercicio de pasión? ¿O una impostura?
- Decir todo es decir demasiado. No puedo hablar en términos de ‘todo’ y mucho menos de todos. Por lo que a mí respecta existe un grado de pasión razonable, que por ser razonable tal vez no sea lo que se concibe comúnmente como pasión, pero en cualquier caso estoy más cerca de la pasión que de la impostura, que me repugna profundamente y ha proliferado en exceso.

-Tras su larga e intensa experiencia como periodista, ¿qué ha supuesto rencontrarse con la escritura sin estar mediatizado por la actualidad o el espacio concreto o la dictadura del tiempo?
- Simplemente una liberación estrictamente necesaria. Si sumo los tiempos resultan más de cuarenta años de relación con el periodismo y ésta es una profesión muy absorbente, que coexiste difícilmente con otras formas de expresión o comunicación. Apenas inicié mi retiro fue como si se abriera la esclusa de un canal represado y, para mi sorpresa, lo primero que fluyó fue poesía, algo que había abandonado hace bastante tiempo. Luego, una vez definida la fecha de publicación, me concentré en este libro, semipactado con ‘El Desvelo’ antes de mi retiro profesional, cuando sólo uno de los relatos estaba terminado. También ha aumentado mi participación en Internet, aunque la atención que prestaba a mis blogs ha decaído a favor de las redes sociales, cosa que me propongo corregir.

-¿Comparte la idea de Paul Auster de que la realidad no existe si no hay imaginación para verla?
- Absolutamente. Lo evidente no es la realidad, toda la realidad. Con frecuencia es sólo un indicio, una de las dimensiones –la más superficial- de ella.

­- ¿Teme que el libro, tal como lo conocemos hoy, pueda llegar a desaparecer?
- Esa idea no me produce ningún temor. Tanto en el caso de la prensa como en el del libro la desaparición de sus soportes tradicionales no amenaza ni al periodismo ni a la literatura, cuya desaparición sí que sería temible. Es sólo una consecuencia del progreso tecnológica que aumentará el espacio disponible en nuestras casas, salvará innumerables árboles y mejorará nuestra atmósfera viciada.

- ­A su juicio, ¿hoy existe más necesidad que nunca de contar y de que nos cuenten historias?

- Si juzgamos por los contenidos televisivos parece evidente. Habitamos una aldea gigantesca ansiosa de fagocitar la privacidad ajena y capaz de generar ‘cuentahistorias’ más o menos impresentables. En otros ámbitos no percibo que esa necesidad sea superior a la de otras épocas. La necesidad es algo muy difícil de medir y que aumente –si lo ha hecho- sería una consecuencia lógica de la vocación humana de comunicarse, ahora limitada por nuevos modos de vida que fomentan el aislamiento y codifican los discursos interpersonales hasta reducirlos a su mínima expresión.

-¿Qué le ha proporcionado la literatura en lo personal y en lo profesional?
- En lo personal me ha proporcionado un inesperado y estimulante disfrute, un placer que procede del hecho de crear. En lo profesional, nada todavía, en la medida en que soy un debutante desconocido cuya ‘profesionalidad’ está por demostrar.

-¿Qué opinión le merece la vida cultural de la ciudad y en particular el ámbito literario?
- En términos generales, creo que ha mejorado sensiblemente en los últimos tiempos. Hay más actividad, más variada, más contemporánea y menos clasista. En el terreno específicamente literario también se registra mayor ebullición y ésta va siendo correspondida, lentamente, por el interés del público, lo cual es tan alentador como imprescindible. La literatura es menos pública que otras actividades culturales, menos visible, pero la aparición de nuevas editoriales y de jóvenes valores son un buen augurio.

- Leyéndole da la sensación de que está convencido de que los pequeños detalles, el azar, los incidentes menores desencadenan las grandes historias...
- No tiene que ser necesariamente así, pero así es en este libro, que, por otra parte, no contiene grandes historias. Como he dicho antes, concedo autonomía a los personajes y a las historias y les llevo a reaccionar y evolucionar a partir o en torno de un punto de arranque o de inflexión aparentemente irrelevante. La vida cotidiana está llena hoy en día de irrelevancias potencialmente dramáticas que les suceden a personajes también aparentemente irrelevantes. Ese aspecto de la realidad me interesa mucho, por lo que imagino que volveré a incidir en planteamientos similares en un intento de captar los innumerables rostros de la desolación,

- ¿La música, muy unida a su vida, influye en su escritura?
- Si lo hace no soy consciente de ello. Lo cierto es que sí está presente, por mera alusión, en varios de los relatos e incluso un tema interpretado por Billie Holiday, ‘Body and soul’, da título a uno de ellos. Algunos de los personajes escuchan música y esa música es mencionada expresamente. La influencia de la música, concretamente la del el ‘jazz’, seguramente sí incide sobre mi escritura poética, pero en mi narrativa creo que sólo es una referencia puntual.

- Hábleme de ese disco de próxima aparición...
- La fecha de aparición será tan próxima como permitan los hados, que hasta ahora no han sido nada propicios. Arrastro esa empresa a lo largo de una década y ha estado repleta de accidentes. En su día, seguramente en mala hora, decidí montar un estudio para tener mayor autonomía e incluso ayudar a otros a hacer maquetas o discos. No entraré en muchos detalles, pero voy por el tercer ordenador y el último va por su segunda placa base y su primera infección vírica. La concepción de ‘Nación humana’ es similar a la de ‘Tierra de nadie’, con una mezcla de temas digamos que ‘afectivos’ y otros con mayor componente social o político. Algunas de las canciones hace diez años podrían considerarse proféticas. Hoy, cuando las consecuencias de la globalización y de la orgía financiera han dado sus lamentables frutos quizás suenen incluso oportunistas.

CITA EN CORTO


- Un autor/a de cabecera: Julio Cortázar.

- Un icono de la literatura (ficción) y otro del mundo en general: Don Quijote y Ernesto ‘Che’ Guevara.

- Un apunte sobre la cultura: “Poesía para el pobre, poesía necesaria como el pan de cada día”.

- Un viaje real y otro fantástico: París, siempre París, y la Atlántida

- Ponga el libro de su vida: En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust.

- Un escritor que le haya fascinado al conocerlo en persona: Jorge Luis Borges

- Un movimiento literario: El Romanticismo, origen de casi todo.

- Una frase de escritor: “Nulla dies sine linea” (Plinio el Viejo).

- Un libro que siempre vuelve a abrir: Antología de Antonio Machado.

Nota: La fotografía -excelente- de Javier Cotera aparece aquí alterada por un rayado oblicuo, obra de mi scanner, que no he podido evitar.

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