Por alguna extraña razón hoy había incumplido una de mis rutinas matutinas cotidianas: la lectura de 'El Diario Montañés'. Por eso ignoraba, hasta bien entrada la noche, que mi nombre y mi libro 'Un fracaso ineludible y otros relatos' eran mencionados en sus páginas .
Quien realiza la alusión es precisamente Javier Fernández Rubio, el editor de 'El Desvelo'. Ahora alguien dirá "lógico" con una sonrisa. Que un editor alabe sus productos entra dentro de lo coherente e incluso de lo obvio, pero no lo es tanto que, instado a recomendar dos libros de su editorial de cara a los regalos navideños, mencione el mío, que se editó a principios de año.
¿A qué negarlo? Me ha gustado esa referencia. Me alegra y la agradezco, del mismo modo que agradezco sus comentarios a los lectores con los que he tenido la oportunidad de conversar. Javier pudo proponer algún otro libro del catálogo de 'El Desvelo' o de los seis publicados este año.
Son malos tiempos. Para los libros, como para todo, la crisis ha llegado y se ha dejado sentir hasta el punto de que, como en el caso de la amistad, casi se podría decir que quien tiene un lector tiene un tesoro, especialmente cuando el libro es editado gracias a una iniciativa aventurada, valiente y generosa pero carente de los medios necesarios para que las publicaciones lleguen al conocimiento general.
Veo en el blog de 'El Desvelo' que Javier también estaba hoy contento por el hecho de que el pintor Eduardo Gruber, en el mismo especial dedicado a los libros, recomienda otra obra de la editorial, 'Manual para embaucadores', la más reciente. ¡Tutti contenti! Si todos los días fueran como el de hoy...