28.6.11
19.6.11
Rax Rinnekangas bucea en la adolescencia
Esta mañana ‘El Desvelo Ediciones’ puso en su muro de Facebook un enlace a la reseña publicada por el diario ‘Liberation’ sobre la novela del finlandés Rax Rinnekangas ‘La lune s’enfuit’ (‘La luna se escapa’). Dado que había decidído leerla, he hecho también, de paso, la traducción del texto en francés, firmado por Mathieu Lindon. Rax Rinnekangas, fotógrafo, cineasta y artista plástico, además de escritor, es uno de los personajes de la cultura finlandesa más conocidos en el exterior. En España ‘El Desvelo’ ha puesto un especial interés en lograr que deje de ser un desconocido y así a la publicación en su día del libro de relatos ‘La Partida’ ha venido a sumarse ‘Rax Rinnekangas. Fabricando ladrillos de luz para la casa de Ícaro’, escrito por los propios responsables de la editorial. Javier Fernández Rubio y Mada Martínez García..
"La adolescencia es también un curso de economía política en el que se desvela intermitentemente el valor de los acontecimientos y de los sentimientos, «La muerte nos era indiferente entonces» es la primera frase de La luna se escapa, primera novela traducida al francés del finlandés Rax Rinnekangas, nacido en 1954, que es además fotógrafo, cineasta y artista plástico. Para empezar la muerte no existe, no es ni positiva ni negativa, no es nada. Lo mismo que la existencia del abuelo, la del narrador, de su prima y su primo, el trío central de la novela. El viejo ha tenido tal conducta durante la segunda guerra mundial que vive en el aislamiento desde su regreso al país. «La vida de mi abuelo no ocupaba nuestros pensamientos porque para nosotros no era un ser real». Pero cobrará una realidad a lo largo del relato, como lo hace la muerte desde la segunda frase del libro «Nosotros no le conocíamos y no pensábamos en él hasta que ella surgió en nuestra existencia aquel verano». Así pues, indirectamente, está ahí desde que la novela se inicia. Hay algo como de cuento en ‘La luna se escapa’, en cómo no el amor sino la consciencia del amor, su valor, llega a los adolescentes. Y por amor hay que entender a la vez el sentimiento y su práctica, esa aleación misteriosa e inesperada.
Sonja, su hermano Leo y el narrador están tendidos desnudos, hasta que la chica trepa sobre el narrador para hundir su verga en ella. «Sonja emitió un gemido de dolor ahogado, se enderezó un instante, inmóvil, antes de dejarme avanzar completamente en ella. / - Hum, suspiró como si hubiera hecho un descubrimiento, y empezó a moverse de modo acompasado. / Yo estaba como en un tren que atraviesa un túnel con estrépito. Un rugido crecía en mí, y creía que iba a ponerme a llorar y que mis piernas iban a separarse del resto de mi cuerpo cuando, de improviso, Sonja, con un movimiento de caderas, se separó de mi. Me quedo sin comprender hasta que giro la cabeza y les veo a ellos, en la semioscuridad, hacer lo mismo.» La valoración moral de esta actividad está determinada según una escala más propia de la infancia que de la ética más tradicional. «Yo no consideré en absoluto censurable que Leo y Sonja fueran hermano y hermana. Por el contrario, mi espíritu de niño consideraba que era una cosa buena, puesto que eso, precisamente, permitía esa unidad entre ellos, una unidad de la que yo participaba también ahora porque era pariente próximo suyo. Estaba firmemente convencido de que la unión entre gente de la misma familia era la mejor y la más duradera porque los lazos de sangre la protegían y la preservaban de las ofensas y de la afectación que, con tanta frecuencia, arruinaban las relaciones entre adultos no emparentados.» Es un tiempo en el que las vacaciones del narrador en casa de su tío y su tía rezuman pura alegría. «El pasado es un lugar en el que las cosas pasan de otro modo» es una frase extraída del film de Joseph Losey 'El mensajero' colocada como epígrafe de 'La luna se escapa'. Y la novela va a explorar ese lugar, incluso cuando la pura alegría cederá su lugar a la tristeza y la expiación ('La alegría', 'La tristeza' y 'La expiación' son los títulos de las tres partes de la obra).
La vida es una novela policiaca en la que el personaje más típico del género no deja nunca de hacer apariciones demasiado largas. Así se abre la segunda parte: «La tristeza es un detective privado al estilo antiguo. No tiene ninguna misión en este mundo hasta que alguien tiene necesidad de sus servicios y le contrata. Entonces aparece, se pone. a trabajar, hace su investigación y, muy rápidamente, justifica su existencia.» Su propio mundo interior no se habita solo y el surgimiento de otra realidad, más general, está en condiciones de echarlo abajo. «Nuestro sentimiento de felicidad había reposado sobre lo que nosotros tres, Leo, Sonja y yo, sentíamos hacia nosotros mismos y los unos hacia los otros, y de ningún modo sobre las posibilidades que ofrecía la realidad exterior. Por eso, ahora que uno de nosotros -el más esencial- faltaba a la llamada el detective comenzó su trabajo con cierta inquietud, como si temiera, con sus investigaciones, romper alguna cosa muy preciosa y desconocida en el asunto. […] Era como si un velo se hubiera colocado ante la conciencia y que, mirando a través de él, todo me parecía estancado, irreal y extraordinariamente duradero.» Cómo la vida resiste a la tristeza, le sobrevive, es uno de los temas del libro -cómo la vida resiste a la vida. «Pero hay una cosa que la gente de aquí no sabe: incluso si yo no hubiera hecho lo que he hecho sería el mismo hombre», dirá el abuelo. ¿Qué se es? ¿Y qué no se es? En todo caso hace falta tiempo y la imaginación de un niño para expiar lo que no era un pecado cuando él lo cometía. ‘La luna se escapa' es una novela de formación. Es decir, de deformación."
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