20.2.14

'Olivier o el Secreto', revisitado (VI)

En Olivier, el lazo incestuoso se halla entre hermano y hermana y no es tan explícitamente edípico, sin embargo, en una observación más cercana, veremos que no es tan diferente como parece. Louise y Olivier tienen un lazo narcisísta de infancia como primos. Cuando Olivier estuvo enfermo a la edad de diecisiete años, Louise enfermó también, como Mme de Malivert, quien desarrolla un problema pulmonar simultáneo al de su hijo. Olivier se considera a sí mismo hermano de Louise, algo que es anunciado tan pronto como en la primera carta y es constantemente repetido a lo largo del texto. En el manuscrito revisado, Olivier vuelve a ser su hermano, pero Crichfield no considera convincente esta versión. Está establecido específicamente que son primos y sus padres improbablemente habrían acordado un matrimonio juvenil entre ambos (al que Olivier decidió objetar) porque alguien conocería la verdad (25). Es llamativo que el miedo de Olivier a Louise es expresado compulsivamente como temor a caer por un precipicio a un abismo, sugiriendo miedo a la absorción femenina, miedo a la madre. De hecho ambos libros narran las trágicas consecuencias de un complejo de Edipo mal resuelto. En tanto que vemos el obvio lazo emocional madre-hijo en Armance y debemos concluir que Armance representa una sustitución de la madre de Octave y por lo tanto es tabú, en Olivier contemplamos el apego hermano-hermana entre Louise y Olivier y podemos presumir que está relacionado con un conflicto edípico.

Tenemos muchas pistas de que Olivier asocia a Louise con su madre. Él compara su amor de infancia con mamar del pecho de su madre. En la primera línea del texto Olivier habla de deber y división, de autoridad patriarcal y adhesión maternal, las improntas del complejo de Edipo: “yo le obedezco, mi querida prima (...) usted quiere que terminemos nuestras tristes particiones". Luego añade, "o más bien es el señor de Nangis quien lo quiere". Es la Ley del Padre, su marido en este caso, quien determina que las particiones deben concluirse. Él continúa "yo amaba, le aseguro, esta comunidad de intereses, era un resto del afecto que ha unido a nuestras madres". Vemos la vinculación a las madres, las tácticas separadoras del "padre" y la necesidad del sometimiento. Él sufre un sentimiento de impureza: "un profundo disgusto se adhiere para mí a todo lo que poseo". Él está lleno de anhelos insatisfechos: "envidio todo lo que no tengo", el mecanismo básico del deseo. "El mundo está lleno de estos dolores secretos", escribe, reconociendo la universalidad de la situación. En otra carta, dice que el deber nace de restricciones y que en una ocasión en su vida (aludiendo a su decisión de no casarse con Louise), Olivier afirma que cumplió con su deber, "¡cuánto me ha costado! Yo debería, Adele, seguir su voz severa". La severa voz sugiere el superego paternal. Ostensiblemente el deber es el de no casarse bajo falsos pretextos, en tanto que no sería capaz de engendrar un hijo. En otra carta escribe, "la felicidad de la que debo huir no cesa de obsesionar todos mis pensamientos, y mi imaginación multiplica los encantos para aumentar mi suplicio". De nuevo el amor es prohibido y castigado. Tanto en Armance como en Olivier, es curioso hasta qué punto los protagonistas masculinos están llenos de culpa y autodesprecio por su secreto. Octave se considera un monstruo y totalmente despreciable. La intensidad de la reacción de ambos hombres ante su condición implica que hay más que la impotencia en juego. Tomado en sentido literal, también sugiere que la impotencia es el peor mal que puede sucederle a un hombre. . 

Louise intuye, asimismo, algo ilícito en su amor a Olivier: "¿Es posible que yo disfrute esta felicidad en la inocencia , que nada me prohiba sentirla y que mi vida deba transcurrir así? Yo sé que esto es imposible, que la condición de la humanidad se opone a ello". Ella está rompiendo las reglas de la sociedad amando a su "hermano", y es su "madre-hermana". Su afirmación también proclama que en la sociedad todos estamos reprimidos por reglas. Más tarde compara a ambos con gemelos siameses, destinados a vivir sus vidas juntos, explicando, "no tenemos más que una vida entre nosotros" (...) "la misma sangre corre en nuestras venas y hemos recibido el amor de nuestras madres con su leche". Cuando Olivier responde diciendo que  "nuestro estado natural es estar juntos", y "nuestras dos vidas, nuestras dos almas, ¿no están unidas por una cadena indisoluble?", se hace evidente que la metáfora de los gemelos siameses también sugiere una regresión al vientre materno. el énfasis sobre la leche de la madre y a una condición física en la que dos cuerpos y dos y dos riegos sanguíneos son unidos, ligados por un cordón, invoca también el embarazo. Él enfatiza que es su "primer amigo", italianizando "primer," y evocando así una relación padre-hijo tanto como la de novios. En la misma carta él escribe, "algunas veces tu recuerdo me atormenta mucho más que tu presencia"; es su pasado, no el presente lo que constituye el problema. De hecho sería justo lo opuesto si la impotencia fuera el único obstáculo para su amor. Olivier grita de celos de su potente rival de Rieux, y habla en frases cortas, como un niño: "¡Él la ama, la pretende a usted, ese pensamiento me es insoportable! Yo soy celoso, soy injusto, lo siento". Amenazada su hombría, se convierte en violento e intenta matar a su rival en un duelo secreto. Hay un indicio en toda esta sección del hijo celoso que intenta matar a su omnipotente padre. Como Octave, quien decora su nuevo dormitorio con tres espejos, Olivier ama encontrar en Louise la imagen y el reflejo de todo lo que él siente: "unión deliciosa, seguridad conmovedora, ¿es a esta felicidad a lo que hay que renunciar?"  Uno oye claramente el llanto del niño. Finalmente, Olivier escribe que por dos veces ha abandonado a "la que nunca he dejado de adorar". Alude, por supuesto, a su presente rechazo a casarse con Louise y a su primer rechazo en la adolescencia, pero la idea de renunciar dos veces al objeto amoroso también evoca el primer objeto de amor del sujeto, la madre, a la que también tuvo que renunciar. Ha abandonado a la mujer que ama dos veces, ya que ha abandonado a su madre y a su madre sustituta, Louise.

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