16.12.11

Mi libro en Navidad

Por alguna extraña razón hoy había incumplido una de mis rutinas matutinas cotidianas: la lectura de 'El Diario Montañés'. Por eso ignoraba, hasta bien entrada la noche, que mi nombre y mi libro 'Un fracaso ineludible y otros relatos' eran mencionados en sus páginas .

Quien realiza la alusión es precisamente Javier Fernández Rubio, el editor de 'El Desvelo'. Ahora alguien dirá "lógico" con una sonrisa. Que un editor alabe sus productos entra dentro de lo coherente e incluso de lo obvio, pero no lo es tanto que, instado a recomendar dos libros de su editorial de cara a los regalos navideños, mencione el mío, que se editó a principios de año.

¿A qué negarlo? Me ha gustado esa referencia. Me alegra y la agradezco, del mismo modo que agradezco sus comentarios a los lectores con los que he tenido la oportunidad de conversar. Javier pudo proponer algún otro libro del catálogo de 'El Desvelo' o de los seis publicados este año.

Son malos tiempos. Para los libros, como para todo, la crisis ha llegado y se ha dejado sentir hasta el punto de que, como en el caso de la amistad, casi se podría decir que quien tiene un lector tiene un tesoro, especialmente cuando el libro es editado gracias a una iniciativa aventurada, valiente y generosa pero carente de los medios necesarios para que las publicaciones lleguen al conocimiento general.

Veo en el blog de 'El Desvelo' que Javier también estaba hoy contento por el hecho de que el pintor Eduardo Gruber, en el mismo especial dedicado a los libros, recomienda otra obra de la editorial, 'Manual para embaucadores', la más reciente. ¡Tutti contenti! Si todos los días fueran como el de hoy...

17.10.11

Amanecer


AMANECER



Detesto despertar.
No quisiera mirarnos.
Nos sé perdidos,
trémulamente huidos
de nosotros
hacia falsas sonrisas
de arena y mecanismos
terribles.

Todos los días son
el primer día
y el último
de la esperanza.
Eso aprendí mirándonos
tantas veces
de regreso del sueño
en este abismo.
Mas sigo despertando
cada día y, mirando,
voy dolorosamente
comprendiendo
que es preciso algo más
que estar y comprender.


Publicado en el número 7 de Peña Labra. Pliegos de Poesía.
Primavera 1973

9.10.11

A los poetas



Creció la sombra
de la máquina
sobre el suelo
hasta eclipsar las cabezas de los sabios.
Se rompió la canción
entre el fragor 
de los cañones que el hermano
hombre-mono manejaba.
¿De qué partiremos?
¿De la absurda miel de la esperanza?
 

Mírate, poeta.
No te escondas tras los arpegios
de apolilladas arpas.
Mírate en el espejo de este mundo.
Baja a las galerías
donde zapan
los que sueñan un lugar
al sol de días diferentes.
Ve a las tabernas
donde venden
nirvanas
de rompetelalma.
Y si aún no lloras, poeta;
si no se arrige tu pluma
al escribir trino,
amor,
sol,
murmullo,
verdad,
nunca,
mañana...
No digas: «La poesía ... »
Calla.




Publicado en el número 3 de Peña Labra, Pliegos de Poesía.
Primavera 1972
Incluido en la antología Poetas de Cantabria hoy, editada
en 1979 por Luis Alberto Salcines


19.6.11

Rax Rinnekangas bucea en la adolescencia


 Esta mañana ‘El Desvelo Ediciones’ puso en su muro de Facebook un enlace a la reseña publicada por el diario ‘Liberation’ sobre la novela del finlandés Rax Rinnekangas ‘La lune s’enfuit’ (‘La luna se escapa’). Dado que había decidído leerla, he hecho también, de paso, la traducción del texto en francés, firmado por Mathieu Lindon. Rax Rinnekangas, fotógrafo, cineasta y artista plástico, además de escritor, es uno de los personajes de la cultura finlandesa más conocidos en el exterior. En España ‘El Desvelo’ ha puesto un especial interés en lograr que deje de ser un desconocido y así a la publicación en su día del libro de relatos ‘La Partida’ ha venido a sumarse ‘Rax Rinnekangas. Fabricando ladrillos de luz para la casa de Ícaro’, escrito por los propios responsables de la editorial. Javier Fernández Rubio y Mada Martínez García..


"La adolescencia es también un curso de economía política en el que se desvela intermitentemente el valor de los acontecimientos y de los sentimientos,  «La muerte nos era indiferente entonces» es la primera frase de La luna se escapa, primera novela traducida al francés del finlandés Rax Rinnekangas, nacido en 1954, que es además fotógrafo, cineasta y artista plástico. Para empezar la muerte no existe, no es ni positiva ni negativa, no es nada. Lo mismo que la existencia del abuelo, la del narrador, de su prima y su primo, el trío central de la novela. El viejo ha tenido tal conducta durante la segunda guerra mundial que vive en el aislamiento desde su regreso al país. «La vida de mi abuelo no ocupaba nuestros pensamientos porque para nosotros no era un ser real». Pero cobrará una realidad a lo largo del relato, como lo hace la muerte desde la segunda frase del libro  «Nosotros no le conocíamos y no pensábamos en él hasta que ella surgió en nuestra existencia aquel verano». Así pues, indirectamente, está ahí desde que la novela se inicia. Hay algo como de cuento en ‘La luna se escapa’, en cómo no el amor sino la consciencia del amor, su valor, llega a los adolescentes. Y por amor hay que entender a la vez el sentimiento y su práctica, esa aleación misteriosa e inesperada.

Sonja, su hermano Leo y el narrador están tendidos desnudos, hasta que la chica  trepa sobre el narrador para hundir su verga en ella. «Sonja emitió un gemido de dolor ahogado, se enderezó un instante, inmóvil, antes de dejarme avanzar completamente en ella. / - Hum, suspiró como si hubiera hecho un descubrimiento, y empezó a moverse de modo acompasado. / Yo estaba como en un tren que atraviesa un túnel con estrépito. Un rugido crecía en mí, y creía que iba a ponerme a llorar y que mis piernas iban a separarse del resto de mi cuerpo cuando, de improviso, Sonja, con un movimiento de caderas, se separó de mi. Me quedo sin comprender hasta que giro la cabeza y les veo a ellos, en la semioscuridad, hacer lo mismo.» La valoración moral de esta actividad está determinada según una escala más propia de la infancia que de la ética más tradicional. «Yo no consideré en absoluto censurable que Leo y Sonja fueran hermano y hermana. Por el contrario, mi espíritu de niño consideraba que era una cosa buena, puesto que eso, precisamente, permitía esa unidad entre ellos, una unidad de la que yo participaba también ahora porque era pariente próximo suyo. Estaba firmemente convencido de que la unión entre gente de la misma familia era la mejor y la más duradera porque los lazos de sangre la protegían y la preservaban de las ofensas y de la afectación que, con tanta frecuencia, arruinaban las relaciones entre adultos no emparentados.» Es un tiempo en el que las vacaciones del narrador en casa de su tío y su tía rezuman pura alegría. «El pasado es un lugar en el que las cosas pasan de otro modo» es una frase extraída del film de Joseph Losey 'El mensajero' colocada como epígrafe de 'La luna se escapa'. Y la novela va a explorar ese lugar, incluso cuando la pura alegría cederá su lugar a la tristeza y la expiación ('La alegría', 'La tristeza' y 'La expiación' son los títulos de las tres partes de la obra).

La vida es una novela policiaca en la que el personaje más típico del género no deja nunca de hacer apariciones demasiado largas. Así se abre la segunda parte: «La tristeza es un detective privado al estilo antiguo. No tiene ninguna misión en este mundo hasta que alguien tiene necesidad de sus servicios y le contrata. Entonces aparece, se pone. a trabajar, hace su investigación y, muy rápidamente, justifica su existencia.» Su propio mundo interior no se habita solo y el surgimiento de otra realidad, más general, está en condiciones de echarlo abajo. «Nuestro sentimiento de felicidad había reposado sobre lo que nosotros tres, Leo, Sonja y yo, sentíamos hacia nosotros mismos y los unos hacia los otros, y  de ningún modo sobre las posibilidades que ofrecía la realidad exterior. Por eso, ahora que uno de nosotros -el más esencial- faltaba a la llamada el detective comenzó su trabajo con cierta inquietud, como si temiera, con sus investigaciones, romper alguna cosa muy preciosa y desconocida en el asunto.  […] Era como si un velo se hubiera colocado ante la conciencia y que, mirando a través de él, todo me parecía  estancado, irreal y extraordinariamente duradero.» Cómo la vida resiste a la tristeza, le sobrevive, es uno de los temas del libro -cómo la vida resiste a la vida. «Pero hay una cosa que la gente de aquí no sabe: incluso si yo no hubiera hecho lo que he hecho sería el mismo hombre», dirá el abuelo. ¿Qué se es? ¿Y qué no se es? En todo caso hace falta tiempo y la imaginación de un niño para expiar lo que no era un pecado cuando él lo cometía. ‘La luna se escapa' es una novela de formación. Es decir, de deformación."


12.5.11

Noticia del libro en la revista cultural 'DArtes'


La revista cultural DArtes dedica una página completa de su último número a 'Un fracaso ineludible y otros relatos'. Aunque el texto publicado no aporta nada nuevo respecto a lo ya relatado en este blog, agradezco el 'detalle' a Raquel y a Aser, en la medida en que facilitan con él que la existencia del libro sea conocida en ámbitos más extensos y específicamente culturales.

26.4.11

A propósito de la Librería Gil y de la cultura en Cantabria


El pasado sábado, con motivo del Día del Libro, la Librería Gil realizó un despliegue sin precedentes en su esfuerzo, ya habitual, por acercar a autores y lectores. Desde las once de la mañana hasta las nueve de la noche se extendió el programa que, con especial atención a los más jóvenes, había promovido la diligente y entusiasta Paz.

No eran fechas muy adecuadas las vacacionales de Semana Santa ni un día muy propicio el sábado, pero no faltó el público, demostrándose así, una vez más, que buena parte de 'poder' ha de partir siempre de un 'querer' ferviente, indiferente a los 'imposibles' teóricos.que tenemos tendencia a oponer frente a la ilusión y a la voluntad.

En el coloquio que cerró la intensa jornada Luis Alberto Salcines destacó precisamente lo que tantos pensamos: la loable labor de una librera que se ha convertido en parte fundamental de una actividad cultural inédita en estos parajes. Puso Salcines especial énfasis en el notable nivel de actividad -con alto índice de calidad, especialmente en la poesía- que se está registrando en Cantabria y en la necesidad de que las instancias oficiales (autonomía y ayuntamientos) lo apoyen adecuadamente.

Yo, que, sin descartar que las cosas puedan llegar a cambiar, soy escéptico respecto a la voluntad y capacidad de las administraciones públicas para promover y apoyar la cultura sin clientelismos ni planteamientos 'ad hominem', lo veo en cierta medida de otro modo. Creo que lo que nos haría falta es la existencia de diez o doce personas como Paz Gil o Luis Alberto Salcines, tan entusiastas, tan activas y tan independientes como ellos.

Foto (*): Mi participación consistió en la lectura de un relato del libro 'Un fracaso ineludible y otros relatos'. En la foto, junto a Javier Fernández, editor de 'El Deseo', que hizo la presentación.
(*) Gracias a Jesús Ortiz, editor de 'Milrazones', por la fotografía.

22.4.11

Día del Libro: Lectura de un relato en la Librería Gil

Mañana sábado, con motivo del Día del Libro, leeré en la Librería Gil una de las historias  de "Un fracaso ineludible y otros relatos". Será a las cinco de la tarde, dentro de un extenso programa, elaborado por la librería, que cubre desde las once de la mañana hasta las nueve de la noche y tiene especialmente en cuenta a los pequeños, con cuentacuentos y talleres a cargo de Carmen Arabaolaza.

El resto del progarma está protagonizado por Marta Fernández Rañada, que hablará sobre sus obras para los jóvenes; Jesús Ruiz Mantilla, que tratará de la relación que Benito Pérez Galdós mantuvo con Santander; Jesús Ortiz Pérez del Molino, editor, que constará historias y anécdotas de la historia de la escritura; Rodolfo Martínez, autor de ciencia ficción, que presentará su novela 'Sondela", y Luis Alberto Salcines, que moderará un debate sobre "Escribir en Cantabria".
  
Book trailer


Vídeo realizado por mí para la promoción de "Un fracaso ineludible y otros relatos".

5.4.11

Ramón Qu, en 'El Mundo' Edición Cantabria

ramon mundo 3 04 2011


Ramón Qu -en este caso con su pseudónimo desvelado- fue objeto de atención el pasado domingo por parte de la edición de 'El Mundo' en Cantabria, que, en su sección de Cultura, dedicó un amplio espacio al autor del prólogo y presentador de 'Un fracaso ineludible y otros relatos'.

Salía así finalmente de las sombras una personalidad -casi secreta de tan discreta- que lleva dos decadas explorando y difundiendo la literatura española e internacional a través de una amplia tertulia, rigurosa, disciplinada y fiel, que semanalmente analiza y debate una obra elegida por un supuesto 'comité secreto', entelequia -supongo- y tercera identidad del propio Ramón Quintana. Más allá y más adentro de la literatura, su Taller de Escritura Creativa trata de que aquellos que pretenden escribir encuentren su propia voz narrativa y puedan proyectarla a través de planteamientos y técnicas que no siempre son evidentes para los lectores.

Conocí a Ramón hace casi treinta años, cuando, recién terminada la carrera de Periodismo, colaboró en la desaparecida 'Hoja del Lunes', publicación de la Asociación de la Prensa que yo dirigí entre 1981 y 1984. Intentó -me consta- tomarse en serio una profesión que, vista de cerca, defrauda las ilusiones y expectativas de muchos jóvenes que asistieron o asisten a los cursos de las facultades de Ciencias de la Información por motivaciones idealistas y/o ilusorias. Escribía bien y le gustaba sobre todo el artículo, género en el que su aguda visión  -irónica y sarcástica con frecuencia- podía explayarse a sus anchas. Sin embargo, la parte más codificada y convencional del trabajo periodístico le producía una alergia insuperable.

Desde entonces, ya lejos del periodismo, Ramón Qu ha leído y analizado centenares de obras cruciales de la literatura de todas las épocas y ha cimentado una vocación, actitud y aptitud infrecuentes ante el hecho literario, a cuyos frutos se acerca sin prejuicios ni reservas y con el saludable desenfado de quien sabe que, a fin de cuentas, todo es vanidad.
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25.3.11

Entrevista en 'Letras en red' de Radio Santander (SER)

El pasado domingo, tras la presentación el sábado de 'Un fracaso ineludible y otros relatos' en la Biblioteca Central, tuve el honor de ser entrevistado en el espacio 'Letras en red', de Javier M. Llamazares, dentro del programa 'A vivir que son dos días' de Radio Santander (SER), dirigido por Beatriz Grijuela. Debo agradecer a ambos no sólo su amable invitación sino también el hecho de haberme hecho sentir como en casa, al crear un clima amistoso y distendido.

Como era de esperar, dada la implicación y especialización de Llamazares en Internet surgió el tema de los blogs y el presente y futuro de la red, pero también la recurrente disquisición sobre periodismo y literatura, que sé inevitable y asumo resignadamente.

Mi voz sigue estando 'tocada', gracias a un catarro cuyas secuelas no me abandonan, pero afortunadamente, con un carraspeo y una tos más o menos discretas, logré llegar al final de la entrevista. 

Escuchar

22.3.11

Mis reflexiones en la presentación de 'Un fracaso ineludible...'


El gusto y la pasión por la escritura me habitan desde que tengo memoria y se asocian en el tiempo con mi interés apasionado por la lectura y mi inquietud por el conocimiento de la realidad. Los libros fueron para mí infancia, como para la de tantos, la primera aproximación verosímil a lo que estaba ahí fuera, en un mundo que, en tanto que niño, me estaba vedado conocer. El bien y el mal –en especial este último- tomaron cuerpo en los libros, a través de seres pérfidos como el Negoro de ‘Un capitán de quince años’ o el artero John Silver de ‘La isla del tesoro’ más que a través de paradigmas religiosos como Caín o Herodes, que en cierta medida me parecían incomprensibles en su crueldad.

La curiosidad y el gusto por escribir me conducirían más tarde, en la adolescencia, a definir mi vocación profesional como periodista. Nada parecía entonces más razonable ni más conveniente para satisfacer tanto el ansia de saber como el placer de escribir. Hoy, tras casi cuatro décadas de práctica del periodismo no recomendaría a nadie con una genuina vocación literaria tratar de realizarla o cimentarla a través de su experiencia laboral en un medio informativo. Sobre todo porque, aunque ahora se trate de rectificar parcialmente, la buena escritura fue largamente proscrita de la prosa periodística, supuestamente para salvaguardar la presunción de objetividad demandada por los lectores. El adjetivo y el adverbio fueron declarados sospechosos habituales y sólo cabe detectarlos –a veces en exceso- en los artículos de opinión y con menos frecuencia en dos géneros periodísticos largo tiempo preteridos: el reportaje y la crónica, ahora en vías de recuperación. No obstante, el periodismo sigue constituyendo un observatorio privilegiado para la observación de la realidad. Ante él y en él surcan situaciones y personajes capaces de saciar con creces la curiosidad a la que antes me refería y aportar material narrativo de primera calidad.

Más allá del hecho de que periodismo y literatura apenas tienen algo en común habría que añadir que además, en la práctica, son en gran medida mutuamente excluyentes. Ambos comparten la cualidad de ser muy absorbentes para quien los realiza, hasta el extremo de que es frecuente que el periodista escritor abandone el periodismo si está en sus manos hacerlo, limitando su contacto con él al esporádico artículo, o bien renuncie a su actividad literaria o la limite en mayor o menor grado. A lo largo de mi vida me he planteado cuatro proyectos de novela e incluso en algunos casos he avanzado hasta cuarenta folios para rendirme finalmente a la evidencia –seguramente muy subjetiva- de que no merecía la pena. En lugar de eso he escrito poemas, canciones e incontables textos en mis blogs, actividades todas ellas mucho más compatibles en tiempo y forma con la dedicación periodística.

Precisamente este libro de relatos nació en un blog, llamado ‘Desolaciones’, con la idea de ir avanzando lentamente en su redacción y publicación a través de pequeñas inserciones sucesivas que el propio concepto de blog y su estructura facilitan. Supongo que, por condicionamiento profesional de periodista, necesitaba ver publicado lo escrito para alentarme a continuar. En cualquier caso no era mi propósito que el contenido de ese blog fuese leído por otros, a excepción de algún amigo, y por ello carecía de enlaces y no fue dado de alta en los buscadores. Por otra parte, un blog no es el instrumento más adecuado para publicar relatos, dado su orden cronológico inverso. El título, ‘Desolaciones’, revela el propósito común de todos los relatos inicialmente previstos: incidir en los aspectos desolados y desoladores de la vida cotidiana de seres comunes y corrientes, nada excepcionales ni especialmente representativos.

El término ‘desolación’ pivota semánticamente sobre dos conceptos negativos: uno, el más común, es la tristeza; el otro, la devastación. Ambos están asociados, con diferente intensidad, en la concepción de las cinco historias que conforman ‘Un fracaso ineludible y otros relatos’. La soledad, la desesperanza, la extrañeza del mundo, la frustración y la impotencia frente a lo imprevisto e indeseable están ahí de un modo u otro y también, en todos los relatos, irrumpe la violencia o es evocado su efecto devastador.

Sin embargo el tema de los relatos no es la desolación; ésta existe o sobreviene a partir de pequeños incidentes, potencialmente irrelevantes, y envuelve a los protagonistas en una red de absurdos y de experiencias imprevistas e ingratas de la que pugnan por salir o que simplemente afrontan de un modo igualmente imprevisto e imprevisible en principio. La desolación, en fin, es más el clima o el escenario de los relatos que su motivo central. Por otro lado, el tema -si sólo hubiera uno-, tampoco es fácilmente simplificable. Se podría decir respecto a algunos de los relatos, que tratan de la violencia escolar, o del amor traicionado, o de la memoria histórica pero, sin que eso sea falso, resulta tan insuficiente que es inexacto.

Desconozco cómo abordan otros la concepción y la factura de sus relatos. En mi caso, los cinco que integran este libro surgen de la previa definición de otros tantos puntos de arranque o de inflexión de apariencia casi insignificante: el director de un instituto se duerme desnudo en una playa desierta, dos compañeros de estudios se encuentran después de más de cuarenta años sin verse, un hombre que vive solo descubre restos de ceniza de un puro en su lavabo, una pareja halla en la casa deshabitada heredada por uno de ellos la carta de ruptura de una amante de su tío abuelo… A partir de esos puntos o en torno a ellos mis relatos se han ido haciendo sin que yo supiera, en la mayoría de los casos, hacia dónde se dirigían ni cómo iban a evolucionar los hechos y los personajes hasta que avanzaba en su desarrollo.

A propósito de sus propios relatos el potentísimo y admirable narrador que fue Julio Cortázar escribió que “la gran mayoría fueron escritos al margen de mi voluntad, por encima o por debajo de mi consciencia razonante, como si yo –decía- no fuera más que un médium por el cual pasaba y se manifestaba una fuerza ajena”. Modestamente, sin llegar a la mágica y envidiable experiencia del maestro, la mía se le parece en que, de manera consciente, me he negado a definir previamente el rumbo de la historia o su conclusión. Incluso los personajes, que se van perfilando en función de lo que les sucede, eran inicialmente sombras indefinidas, forzadas por las circunstancias a manifestar en algún momento de la narración su humanidad esencial. En su obra ‘Seis personajes en busca de autor’ Luigi Pirandello crea una ficción teatral sorprendente y muy estimulante, en la que esos seis personajes irrumpen en el escenario e interrumpen el desarrollo de una representación en demanda de que se les dé vida. Al explicar su obra Pirandello asume que eran “criaturas de mi espíritu”, pero que “esos seis estaban ya viviendo una vida que era de ellos y no mía, una vida que no estaba en mi poder negarles”.

Sería una simplificación imperdonable concluir que la creación literaria se limita a actuar como mediadora entre las criaturas que ya existen en nuestra mente y el papel en blanco, pero seguramente algo hay de eso en mi caso. Deliberadamente he permitido que los personajes y las circunstancias evolucionen y se manifiesten a partir de su confrontación con unos pequeños hechos que en tanto que son puntos de partida o de inflexión podrían provocar cierta variedad de reacciones y consecuencias en función de quién sea y cómo sea quien los experimenta. La desolación, en suma, no tendría por qué ser la única consecuencia. Finalmente han sido lo que son en estos relatos porque tal vez todos estaban ya en mí sin yo saberlo y han aparecido a partir de la simple convocatoria a participar en una experiencia común de desolación.

De todos modos, tengo que admitir que probablemente estas historias no existirían si no me hubiera planteado su realización del modo que lo he hecho, permitiendo que todo fluya sin un esquema previo, que los personajes adquieran autonomía y los hechos evolucionen en direcciones inicialmente imprevistas. No sé si por condicionamiento profesional o por carácter, tengo una tendencia casi invencible a conceptualizar. Establecer relaciones causa- efecto, esquematizar, analizar y sacar conclusiones son para mí mecanismos muy familiares. Eso, que sin duda es muy conveniente e incluso imprescindible a la hora de elaborar un artículo periodístico, se revela como un obstáculo –al menos para mí- cuando se trata de implicarme en la construcción de una narración. Nunca hasta el momento en que me senté a escribir estos relatos lo había pensado, pero saber lo que va a pasar me paraliza, es todo lo contrario de una invitación a la escritura literaria. “Si ya me lo sé, ¿para qué lo voy a escribir”, sería la pregunta clave. Por supuesto, hay muchos más matices en esa negativa, pero el principal es ese.

No es estimulante la tarea de desarrollar un guión preexistente. El hecho de escribir debe ir acompañado, a mi entender, de cierto grado de disfrute, de placer, de aventura incluso. Y más aún, de juego en algún caso. De lo contrario la escritura se convierte en un oficio casi notarial, en tarea rutinaria y para mí frustrante. Con esto no estoy prejuzgando la función ni los resultados de quien, disciplinadamente, se someta a esa rutina, desde luego. Seguramente se puede construir obras estupendas con ese método, pero tengo serias dudas de que tal sistema pueda llegar a ser el mío.

Probablemente los proyectos de novela frustrados a los que me he referido antes, aparte del obstáculo que supone intentar escribirlos de modo simultáneo con la práctica de una profesión absorbente, se frustraron por abordarlos de un modo conceptual y calculado. La estrategia debería haber consistido justamente en la ausencia de estrategia. Un protagonista en su circunstancia personal y profesional y un punto de arranque o de inflexión en una biografía aún por definir es todo lo que hace falta para iniciar la aventura. Continuarla será facilitado por la afortunada circunstancia de que la historia se crea al mismo tiempo que se escribe, sin ningún pie forzado; que los personajes y sus realidades adquieren autonomía e imponen con frecuencia algo diferente de lo que se consideraba más probable al escribir la página anterior; que el autor se convierte al mismo tiempo en lector y disfruta grandemente en ambas situaciones.

Si tuviera que hacer el ejercicio imposible de distanciarme de mi papel como autor y hablar de este libro sólo como un lector que se dirige a otro lector, a la hora de explicar de qué trata en general el libro diría, quizás, que trata de personas corrientes, ni héroes ni antihéroes, forzadas o inducidas a reaccionar ante situaciones que rompen la linealidad de sus vidas; de su desasosiego ante la evidencia de la desolación; de su lucha por la felicidad. Añadiría que, pese a ese panorama general, hay aquí y allá cierto humor y algunas dosis de ternura.

Como autor seguramente no debería decir más de lo que ya he dicho, pero no puedo evitar hacerlo. He tratado de atraer y mantener la atención del lector mediante una variedad de recursos estilísticos y una preocupación constante por el ritmo, pero eso supongo que es lo que se espera de todo escritor. Si lo he logrado o no y hasta qué punto es algo que habrán de juzgar los lectores, intérpretes últimos del texto escrito. Yo no he buscado otra cosa que relatar con la mayor eficacia posible cinco historias que podrían sucedernos a cualquiera de nosotros, Sin sugerir siquiera una leve moraleja.

Pese a ello soy consciente de la diferencia que existe entre el desenfado, el juego y la metáfora simple del primer relato que escribí, “Amores reñidos”, concluido en 2006, y la gravedad de los restantes, terminados a lo largo del año pasado. Durante el tiempo que media entre esas fechas la tasa general de desolación se ha disparado como consecuencia de una crisis económica sin precedentes. Un sistema insostenible ha colapsado sobre nuestras cabezas y es el ciudadano medio quien paga las consecuencias de la codicia irresponsable de una minoría y de la inhibición cómplice de los gobiernos que dicen representarnos. Seguramente esa realidad ha condicionado en alguna medida, inevitablemente, el contenido y el tono de los cuatro relatos escritos en 2010.

Termino ya insistiendo en subrayar el placer inédito que ha supuesto para mí realizar este trabajo (entre comillas) y la satisfacción que me produce haber logrado abrir una puerta creativa que se me resistía a causa de mi exceso de precauciones, de mi disciplina conceptual. Ahora que se ha abierto no dejaré de traspasar su umbral con frecuencia.
A ustedes, muchas gracias por venir. Espero y deseo que disfruten leyendo el libro tanto como yo disfruté escribiéndolo.

En la foto, de izquierda a derecha, el presentador, Ramón Qu, el autor y el editor, Javier Fernández Rubio,